(Publicado en La Voz del Sur el 20 de febrero de 2020)
Lo ocurrido en el vertedero de Zaldibar,
Vizcaya, es sólo la punta de un iceberg del tamaño de España.
La gestión de residuos es una asignatura pendiente, y tal y como se efectúa contamina nuestro aire, suelo y agua, merma la salud de las personas y del medio ambiente, además generando poco empleo.
La gestión de residuos es una asignatura pendiente, y tal y como se efectúa contamina nuestro aire, suelo y agua, merma la salud de las personas y del medio ambiente, además generando poco empleo.
El
derrumbamiento del vertedero con dos
trabajadores sepultados bajo los escombros aún desaparecidos, y un grave
daño ambiental y social aún sin calibrar, demuestra que no se dispone de
recursos suficientes para cumplir de forma correcta con las obligaciones
legales adquiridas.
Los fallos
en la inspección se acrecientan día a día, y la pésima gestión de los residuos
llevada a cabo por las empresas adjudicatarias evidencia falta de control
técnico previo.
El vertedero
recibía decenas de camiones diarios con apenas dos operarios encargados de su vertido y compactación, algo habitual
en todos los vertederos, poco empleoque busca la maximización de beneficios.
Una
escombrera diseñada para 35 años de vida útil ha consumido más de la mitad de
su espacio de almacenaje en apenas una década.
Trabajadores
interinos conforman una plantilla desmotivada y abrumada por la carga de
trabajo, sumada a la falta de inspecciones porque los propios inspectores están
desbordados, factores a favor para que las catástrofes se acumulen.
No es un
caso aislado, desgraciadamente es la norma por toda España, cuando no salen
ardiendo de forma sospechosamente continuada, vertederos colmatados de residuos
por todo el estado, para “hacer hueco” a más residuos y seguir haciendo caja.
Una apuesta por la economía circular, donde el residuo se convierte en recurso, mejoraría la salud, la sociedad, el medio ambiente y el empleo.
Las propuestas de EQUO Verdes van por ese camino, y se convertirán en realidad más pronto que tarde.
El sistema de depósito y retorno de envases, el quinto contenedor de compostaje con los residuos orgánicos domésticos y de poda, la reducción de producción de plásticos de un sólo uso, la reutilización de todos los productos, la desaparición de la obsolescencia programada, la prohibición de incineración de residuos como "valorización" de los mismos, la minería urbana que recupere metales preciados de nuestros aparatos electrónicos para volver a usarlos, son ejemplos concretos de medidas aplicables ya.
Y no es sólo la
contaminación por residuos sólidos la que nos lleva por un camino sin retorno hacia
la crisis ambiental.
Casi 30 años después de la aprobación de la
normativa comunitaria sobre depuración de aguas residuales urbanas, todavía,
hay localidades españolas que no cumplen con ella. La falta de depuradoras ha
llevado a nuestro país a pagar la mayor multa de su historia a la Unión
Europea, más de 37 millones, por infringir la ley.
Defender lo que somos, parte de la naturaleza, no debería ser
tan complicado, ¿verdad?
Desde lo local a lo global.
Pero no es así, con recelo te escuchan quienes siguen sin entender que estamos ante un colapso ecológico.
En Rota sigue
la fiesta del Brota Música cada
verano junto a la playa, zona dunar y pinares, y se alegran sus gobernantes de
que cada año vengan decenas de miles de personas, y además lo llaman
¡festival sostenible!
Igual ocurre con festivales de motos, de pizzas, o de cualquier
otra cosa que se ocurra, el éxito es que miles de personas se desplacen a visitar nuestra ciudad, por
descontado aumentando las emisiones dado el casi nulo transporte público
existente, ineficiente y caro, acelerando con dichas elogiadas visitas, el
propio hundimiento de nuestra localidad en el océano Atlántico.
Los aparcamientos en verano siguen siendo más baratos junto a
las zonas verdes, cerca de playas y pinares, que en otras zonas de la ciudad,
atrayendo más tráfico de agitación buscando su espacio libre al lado del
hábitat de la especie protegida, camaleón común.
5 millones de fondos europeos se van a usar en convertir una
carretera en avenida, en mejorar acerados y viales, y en construir una nueva
estación de autobús, pero no hay dinero para depurar las aguas residuales antes
de verterlas al mar, ni tampoco hay fondos para apoyar el, aprobado dos veces
en el pleno, sistema de depósito y retorno de los envases que inundan nuestras
playas, parques, jardines y aceras cada día, ni se pueden poner en marcha los
huertos urbanos también aprobados, ni de lejos existe la idea de poner en
marcha el quinto contenedor que convierta nuestra basura orgánica en alimento compostable
para nuestras zonas verdes.
Por supuesto el ahorro energético gracias al acuerdo firmado con
la empresa Ecooo en 2015, no se reinvierte en instalación de paneles solares
para producción renovable y autoconsumo, ni por asomo se intuye electrolinera
alguna que permita recargar los inexistentes vehículos eléctricos municipales
de limpieza, o de transporte, recogida de residuos, policía municipal, o
gestión de playas, que deberían haberse programado para sustituir gradualmente
a los vehículos municipales de combustión fósil desde hace 5 años.
Pero he aquí que se reúne el Consejo Sectorial de Medio
Ambiente, para redactar un documento que ya se presentó por EQUO en el pleno de
julio 2019, la Declaración de Emergencia Climática en Rota.
Seguramente todos los presentes abordarán el asunto con la
seriedad y compromiso que requiere, las mismas personas que pertenecientes a
partidos políticos, plataformas, asociaciones o colectivos variados, llevan
años manifestándose y concentrándose para solicitar una autovía que traiga a
Rota, más gente, más coches, más bienes, más negocio, más...o menos.
Algunas personas, o muchas, siguen sin entender que ante la
emergencia climática, menos es más y mejor, en el presente y sobre todo en el
futuro cercano.
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