INDIGNADO ACTIVISTA, REBELDE SOLAR Y RADICALMENTE DEMOCRÁTICO

sábado, 18 de julio de 2020

DESINFECTAR, EN CIERTOS CASOS ES DESTRUIR


(Artículo publicado en La Voz del Sur el 4 de junio de 2020)

A continuación difundo en mi blog un artículo que junto a otros muchos, además de notas de prensa publicadas por colectivos ecologistas, ha logrado al menos hasta ahora, que la desinfección prevista en la zona litoral, no se haya producido, o al menos, no tengo noticias de ello.

DESINFECTAR, EN CIERTOS CASOS ES DESTRUIR

El próximo lunes día 8 de junio, quizás la deseada fase 3 se convierta en realidad en Andalucía, al menos en seis de sus provincias parece casi seguro, y con dicha fase en la desescalada, los desplazamientos desde el interior hacia la costa, entre provincias, e incluso quizás entre autonomías limítrofes que pasen a la vez a la misma fase, aumenten considerablemente, aunque seguramente no llegue a cifras de pasados ejercicios.

Ya se puede hacer uso de las playas para el paseo, baño y esparcimiento, cuestión que tanto tiempo llevan esperando tantas personas que no viven en las localidades del litoral andaluz.

Por tanto resulta imprescindible realizar un repaso de lo que diferentes organismos han ido comentando en sus informes, y adecuar el uso de las playas para mantener la salud y seguridad de las personas en su uso, a la vez que preservar el ecosistema y medio ambiente marino, porque a veces se nos olvida que el litoral es un ente vivo, no un decorado ni un parque temático al que podemos poner alfombras, remover cimientos, y darle una mano de pintura si se desconcha.

En primer lugar es palmario que deberán respetarse las medidas de seguridad e higiene establecidas por las autoridades sanitarias para la prevención del COVID-19, en particular las relativas al mantenimiento de una distancia mínima de seguridad de al menos cuatro metros entre los usuarios, mantener dentro de dicho perímetro de seguridad todos los objetos personales y toallas, evitando el contacto con el resto de usuarios, aumentar la periodicidad de limpieza e higiene del mobiliario público y aseos, y todo el resto de medidas anunciadas.

Hasta aquí todo dentro la desescalada hacia la “nueva normalidad”, pero el 18 de mayo la Junta de Andalucía va un paso más allá y encomienda a los Ayuntamientos a través del Decreto-ley 13/2020, que desinfecten a diario los arenales playeros del litoral.

Parece, dada la redacción del Decreto-Ley, que los responsables políticos andaluces no han tenido a bien leer el informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el que explicaban que 

“no se recomienda el rociado o la fumigación de espacios exteriores, como calles o mercados, para matar al virus causante de la COVID-19 u otros patógenos, pues la acción del desinfectante se ve anulada por la suciedad, y ni siquiera en ausencia de materias orgánicas, es poco probable que el rociado químico cubra correctamente todas las superficies durante el tiempo de contacto necesario para desactivar a los agentes patógenos”.

añade la OMS que dicha desinfección puede afectar a la salud:

“Además, las calles y las veredas no están consideradas reservorios de infección de la COVID-19, rociar desinfectante incluso en el exterior, puede ser peligroso para la salud humana”.

Por tanto si la desinfección fumigando espacios urbanos, no es efectiva contra el virus, y además puede ser perjudicial para la salud humana, peor aún será desinfectar el litoral, al afectar muy seriamente a toda la biodiversidad que contiene.

Y más aún, leyendo el informe del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de 5 de mayo sobre la transmisión del SARS-CoV-2 en playas y piscinas, quedan claras tres cuestiones, la mínima posibilidad de contagio del virus a través del agua del mar o la arena de la playa, la recomendación de no desinfectar los suelos de espacios naturales, y por el contrario, la preocupación de este organismo por la transmisión del virus a través de las aguas fecales.

El resumen y recomendaciones del informe del CSIC aclara que:

1.- La principal vía de transmisión del SARS-CoV-2 en playas, ríos, lagos y piscinas es a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y los estornudos y el contacto de persona a persona, por lo que deben mantenerse las recomendaciones generales relativas a cualquier otro lugar.

2.-Aunque actualmente no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2 en agua de mar, el efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares.

3.-Aunque no existen estudios sobre la prevalencia de virus en la arena presente en playas o riberas, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son favorables para la inactivación de los agentes patógenos.

4.-No es recomendable la desinfección de los suelos de espacios naturales con los procedimientos habituales para espacios públicos urbanos.

5.-Las playas y riberas pueden ser infectadas por las masas de agua contiguas (mar, río, etc.) en las que se han vertidos aguas fecales. La probabilidad de que arenas o tierras infectadas alcancen las manos y posteriormente boca, nariz u ojos de algún bañista es baja pero no inexistente.


Atendiendo a los informes científicos es palmario que la desinfección de los arenales propuestos por la Junta de Andalucía es inútil frente al Covid19, es dañino para el ecosistema y su biodiversidad, e incluso puede resultar peligroso para la salud de las personas por tanto la normalidad sería no proceder a la desinfección del litoral como encomienda la Junta de Andalucía, y sin embargo, procedería precintar las zonas de efluentes de aguas fecales/pluviales, de las que desgraciada e ilegalmente aún tenemos muchas por toda la costa andaluza, y prohibir la estancia en la superficie de la lámina de arena que haya sido expuesta a dichas aguas a través de los efluentes, ya sean ríos, arroyos, riachuelos o aliviaderos.

Aunque seguramente nunca se realice dicha acción recomendada, porque algunas de las playas con vertidos, incluso tienen concedidas banderas azules, Q de calidad, y certificados AENOR, por lo que dicho precinto significaría aceptar desde las diferentes administraciones, que se incumplen las leyes, además de poner en entredicho las fórmulas concesión de tales estandartes.

Ni siquiera la pandemia ha sido capaz de poner a la altura a nuestra clase política, para que la toma de decisiones sea siempre por el bien común, del entorno y pensando en las futuras generaciones que pisarán esta tierra.




viernes, 3 de julio de 2020

EL 27 DE MAYO CONSUMIMOS TODOS LOS RECURSOS NATURALES DISPONIBLES PARA EL 2020


(Artículo publicado en La Voz del Sur el 28 de mayo de 2020)

En mayo en España ocurrieron muchas cosas, seguro que estuviste informado de los nuevos casos de la pandemia, de los debates políticos, de cuándo podría pasar de fase tu territorio en la desescalada, pero además en España pasó una cosa que quizás pasó inadvertida.

El 27 de mayo 2020 tuvimos el dudoso honor de acabar con todos los recursos que la naturaleza es capaz de regenerar en un año en España.



¿Y eso qué significa?

Significa que en menos de 5 meses, en España hemos agotado nuestro presupuesto ecológico de todo el año, y que a partir de ahora gastaremos un capital natural que ya no se podrá regenerar.
Por tanto, a partir de hoy estamos generando una deuda ecológica que será contraída por las siguientes generaciones.

Todo lo que consumamos a partir del 27 de mayo será un bocado que alimente nuestro consumo presente, abocando a nuestros hijos y nietos a disponer de cada vez menos bocados en su presente del futuro.

Todo ello se mide en base a un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos, la denominada huella ecológica.

A nivel global, en el año de mi nacimiento, 1966, la humanidad consumía alrededor de dos tercios de los recursos naturales disponibles en todo el Planeta.

El año 1986 fue el último año de equilibrio entre lo que consumimos y dicha regeneración propia.
A partir de ahí la cuenta regresiva da escalofríos sólo de escribirla:
En el año 2000 consumimos los recursos disponibles el día 1 de octubre.
En 2014 el 19 de agosto.
En 2019 el 27 de julio.

Y este año 2020, aún a pesar de las medidas de confinamiento por medio mundo que han disminuido el consumo en el primer semestre, se prevé que llegará aún antes.

Si todos los habitantes del planeta consumiesen como en España, necesitaríamos 2,5 planetas para satisfacer las demandas, y si todas las personas optasen por el modo de vida de los Estados Unidos, se necesitarían 5 planetas a nuestra disposición.

Es palmario que la vuelta a la normalidad no puede ir por el mismo camino, con los mismos objetivos, y similares condicionantes, de hacerlo cometeríamos un error tan grave como imperdonable, porque si algo nos ha enseñado la pandemia es que ante hechos insospechados hemos reaccionado con celeridad y urgencia, poniendo a la ciencia y su saber al mando de las decisiones.

Por tanto ante realidades que desde el mundo científico, social y político se llevan años investigando y documentando, tenemos todas las opciones para dar respuestas firmes y ambiciosas antes que sea demasiado tarde.

La organización Global Footprint Network (GFN) calcula que si cada año consiguiéramos atrasar 5 días el Día de la Sobrecapacidad, en 2050 se podría volver a vivir dentro de los límites del planeta.

Como no hay planeta B, (y ni mucho menos cinco), debemos actuar ya y no esperar a que el colapso nos golpeé, buscar modelos alternativos hacia una transición urgente y justa de la economía, desde el modo de alimentarnos, desplazarnos, consumir, producir energía, hasta cerrar el círculo en una sociedad de residuos cero, conseguirlo será un reto que nos atañe a todos, gobiernos, administraciones, empresas, colectivos, sindicatos, individuos,…, todos podemos hacer algo y cuanto antes lo hagamos, más barata será la cuenta a pagar por ello.

No hacer nada (o hacer lo mismo) ya no es una opción a elegir.