(Publicado en La Voz del Sur el 9 enero 2020)
Despedíamos 2019 desde esta
ventana de opinión, planteando una serie de opciones para celebrar unas
navidades más sostenibles, y volvemos a la cita semanal ¡con un nuevo gobierno
en España!
Como se esperaba Pedro Sánchez
no obtuvo mayoría absoluta en primera votación, pero en la segunda, el martes 7
de enero, obtuvo el apoyo del Congreso, eso sí muy ajustado, para ser investido
presidente. Evitar terceras generales dependió de apenas un par de votos.
Mi enhorabuena en primer lugar
por mi relación personal de amistad con él, y en segundo, porque desde EQUO
Verdes y Más País, dimos el apoyo con nuestros votos a este gobierno de
coalición, del que esperamos el inicio de la urgente transición ecológica justa
que no deje a nadie atrás, y que los vientos soplen a favor de las velas de la
libertad e igualdad, para implementar con urgencia la justicia social y
ambiental tan necesarias y demandadas por el conjunto de la ciudadanía.
Pese a quien le pese, la
realidad que debemos dibujar debe tener un relieve claramente diferenciado del
resto, y el objetivo no puede ser otro que proponer soluciones ante la
Emergencia Climática, porque cuando tu casa arde en llamas, no deberíamos estar
pensando en qué traje ponernos para salir a cenar, sino que deberíamos estar
actuando para poder siquiera permitirnos obtener una salida digna al problema.
Quizás esa sea la clave por la
que Austria, el mismo día de la sesión de investidura de Pedro Sánchez,
constituyera un gobierno de coalición entre los conservadores y los verdes,
pasando a ser junto a Holanda, Luxemburgo, Suecia y Finlandia, los 5 países
europeos de verde en sus gobiernos.
Seguro que ante
la Emergencia Climática, las propuestas verdes son la mejor respuesta
social frente al auge del fascismo, y el mejor antídoto contra el odio, el
miedo y la ira que provocan las propuestas desde el autoritarismo, el repliegue
identitario, y la negación de la principal causa de la crisis global, el Cambio
Climático.
En los primeros días de 2020
hemos asistido a un cúmulo de noticias cuyas consecuencias previsibles, dan por
sentado el rumbo que debemos tomar, que no es otro que girar 180º, y proceder a
realizar cambios estructurales en nuestros modos de vida.
Por una parte, los terribles
incendios en Australia, cuya superficie quemada supera casi 10 veces la de los
incendios de 2019 en Amazonas. Unos 1000 millones de animales han muerto, 23
personas fallecidas, decenas desaparecidas, y miles de personas desplazadas.
Por otra una consecuencia
conocida y prevista de la Emergencia Climática, la violencia relacionada
con el acceso al agua ha aumentado en todo el mundo durante la última década
hasta duplicarse, y seguirá en aumento dado que a medida que escasee más y más,
al ser un recurso vital, la gente hará lo que sea por cubrir sus necesidades
básicas.
En Andalucía viviremos pronto
episodios de escasez de agua y la solución tecnológica de las desaladoras no es
tal, ya que los últimos informes indican que para abastecer de agua las
poblaciones se necesita mucha energía, además de generar problemas en la
biodiversidad de la zona donde se vierten los residuos del proceso, destruyendo
la vida marina en todo el entorno.
Si la tecnología no es la
solución, esta pasa por cambios estructurales en nuestro modo de vida, el uso
eficiente del agua y la energía, poniendo el foco en el menor consumo posible,
y no en cantos de sirena que aprovecharán las mismas multinacionales de
siempre, para hacerse con el control de tan preciado recurso.
Por si todo esto fuera poco, la
escalada bélica en Oriente Medio por el control del petróleo de por medio, con
el asesinato por EEUU del general iraní Qasem Suleimani y la respuesta del
gobierno chií en forma de ataques a las bases norteamericanas en Irak, nos
puede dejar sin suministro a Europa en caso de cierre del estrecho de Ormuz,
por el que navega el petróleo de los países árabes a nuestro continente..
Me quedo en positivo, con la
noticia de la acertada medida municipal en Rennes, Francia, que deberíamos
trasladar de inmediato a nuestras ciudades, la prohibición de los calentadores
en las terrazas, porque calentar los espacios públicos abiertos no es de
sentido común, ni económico ni ecológico.
Debemos con urgencia tomar
medidas que favorezcan la igualdad a todos los niveles, sociales, laborales, de
género, económicos, en derechos, o acabaremos luchando por un mendrugo de pan y
un vaso de agua potable.
Esperemos en próximos meses que
las líneas del nuevo gobierno de coalición den con las teclas adecuadas para
tocar una sinfonía, si acaso la del nuevo mundo, o al menos no desafinar en
exceso. Fácil no va a ser, pero nadie dijo que lo sería.
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