Como ya anticipé en el primer capítulo, los más de 150.000
saharauis desplazados de su territorio por las fuerzas de ocupación marroquís,
viven repartidos en cinco campos con denominaciones de ciudades del Sáhara
occidental:
El Aaiun, Auserd, Dakla, Smara y 27 de febrero.
El Aaiun, Auserd, Dakla, Smara y 27 de febrero.
Dichos campos se gestionan localmente por parte del Frente Polisario, en
un lugar denominado PROTOCOLO, que vendría a ser como el Ayuntamiento. Allí se recibe a los visitantes, se consiguen los
visados para salir de unos campos y entrar en otros, se gestiona la salida de los cooperantes,
en definitiva, se controlan todos los pasos que das en “su” territorio, básicamente
por seguridad del que por esos lares se acerca. De hecho al salir y entrar de los campos, existe un
control fronterizo, puesto que el territorio cedido por Argelia, conforma el
estado de la RASD actualmente, junto al terreno ganado a Marruecos en la
guerra.
Frontera entre Argelia y RASD |
Autobús desplazamientos con escolta |
La ONU siempre presente en los Campos |
El transporte se realiza en autobuses donados en su mayor parte por España. En concreto viajo en uno donado por la Región de Murcia, y observo otros de antiguas líneas de autobús urbano de Bilbao.Lo que no nos sirve en España, bien por no cumplir las normas de contaminación, bien por antigüedad, bien por kilometraje, llegan a estos lugares del
globo, donde son recibidos como "maná". Pensando egoísta y localmente, puede quedar
“bien”, regalar algo que no te sirve, pero que otros pueden aún utilizar.
Pensando globalmente, tengo la sensación de que seguimos
actuando sin darnos cuenta que lo que se contamina en una parte del mundo, nos
afecta de igual manera, lo veamos o no, ya que la naturaleza está interrelacionada,
y para ella no existen fronteras.
Una vez en el campo de El Aaiun, me llevo la alegría de comprobar que los efectos de las terribles lluvias de octubre, no han causado excesivos daños en las viviendas, acaso alguna grieta por aquí, alguna casa derribada por allá. Posteriormente, al hablar con otras personas que han visitado otros campos, vuelvo a la realidad, ya que me informan que tanto Auserd y sobre todo Dakla, tiene entre un 70-80 % de viviendas con daños estructurales graves, o directamente derruidas.
Casa derribada por las lluvias de octubre en El Aaiun |
En el Campo de Refugiados se respira pobreza sí, pero no
miseria. Las tiendas están bien abastecidas de alimentos, paneles solares
fotovoltaicos (fuente de energía junto a las bombonas de gas), ropa, etc,
hasta souvenirs para los que allí vamos. Al ver los precios y la poca
gente que compra, me doy cuenta que en una economía de guerra, pocos son los
que pueden acceder a cualquiera de estos suministros, incluso a la comida.
Calle de las tiendas en El Aaiun |
La vida es sencilla,
poco que hacer, empleo regulado casi inexistente, y mucha cooperación y colaboración entre
familiares y vecinos. Semanalmente ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados), suministra agua en los depósitos que
cada familia tiene junto a otros vecinos, repartidos por los infinitos caminos
polvorientos del campo y quincenalmente entrega alimentos que son recepcionados
por una familia, que se encarga de repartirlos a las demás. Arroz, lentejas,
aceite, cada vez se suministra lo que cada país va donando a través de ACNUR.
Rebaño de cabras |
Con ello, más los cientos de rebaños de cabras que en círculos
realizados con materiales desechados, se recogen cada noche por las personas que hacen de pastores, y alguna que otra
gallina, los saharuis van pudiendo sobrevivir y no fallecer de sed o inanición.
Las ONG ´s hacen el resto, enviando y repartiendo material escolar, médico y de
primera necesidad.
Depositos de agua rellenados por ACNUR |
Y por supuesto, las personas que vamos a visitarles y las
familias que acogen a las hijas del pueblo saharaui en España y Europa en los
veranos, aportan no sólo algo de sustento económico a las familias, sino que
también devuelven parte del mucho cariño y generosidad, a las que somos continuamente
agraciados de sentir y percibir.
Casa en la que he sido acogido. El "aseo" a la izda. |
El día a día no es nada fácil, no tener acceso sencillo al agua, energía, alimentos conforma una sociedad muy diferente a la que conocemos por occidente. Incluso algo tan sumamente normal como es la recogida de basuras y residuos a diario, simplemente no existe ni está regulado. Las familias acumulan sus basuras, y cada cierto tiempo quedan de acuerdo con otros vecinos, que en una rápida visita al desierto, llevan e incineran en el mismo sus deshechos, quedando un rastro cada vez mayor, que contamina amplias zonas alrededor de los Campos de Refugiados. Insostenible también.
Como imaginareis, la vida resulta tediosa para el que nada o muy poco tiene que hacer. Pero si algo debemos tener en cuenta, es el grado superlativo de solidaridad, de colaboración, de cooperación, que entre todos los iguales tienen.
Basura plástica en un agujero |
Como imaginareis, la vida resulta tediosa para el que nada o muy poco tiene que hacer. Pero si algo debemos tener en cuenta, es el grado superlativo de solidaridad, de colaboración, de cooperación, que entre todos los iguales tienen.
El SER por encima del TENER.
Todas las noches, la familia que me acoge trae una batería
de coche, para conectar la única bombilla que nos ilumina. Dicha batería ha
sido recargada durante el día, por un panel solar fotovoltaico de los vecinos
que pudieron en su día adquirirla.
Energía renovable, energía positiva, energía de un pueblo
culto, educado, gentil, generoso, que valora las relaciones personales por
encima de las mercantiles. Un pueblo que merece la pena conocer, ayudar y
nombrar hasta el infinito, para que no se convierta en un fantasma del pasado, devorado por una sociedad que no valora lo que somos, sino sólo lo que tenemos.
Casa con suministro eléctrico con panel solar fotovoltaico |
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