Este 1º de mayo reivindicamos el derecho a un salario digno, a unas
condiciones laborales estables, a unos contratos que cumplan los convenios, en
definitiva reivindicamos el derecho al trabajo y a una vida digna.
El crecimiento, dogma de fe del sistema económico actual, dicta cual sentencia que nuestra economía tiene que crecer para que crezca
la tarta económica y la tarta de recursos materiales, para su reparto entre empresa y trabajadores, sea a través del mercado privado o del Estado.
Mientras esa tarta crezca, aumentará el empleo, aumentará la producción y
por una parte el empresario tendrá garantizado una parte creciente del pastel para
sus beneficios, y las personas trabajadoras tendrán garantizados sus empleos.
Pero…si la tarta se contamina, uno de sus ingredientes básicos empieza a faltar, la energía para calentar el horno donde cocinamos se agota o se encarece, y algunas personas se quieren comer trozos cada vez más grandes, ¿Qué ocurre con la tarta?
Y si el molde tiene límites, ¿Cómo va a crecer más la tarta para mantener beneficios para todas?
Pues cuando ocurre todo eso, y es lo que está ocurriendo, el dogma del
crecimiento infinito se acaba y la realidad es muy dura.
Hoy en día asistimos a un socialismo de Estado para los más ricos, donde ciertas dosis (o grandes dosis) de corrupción, destinan fondos públicos a rescatar bancos, autopistas, constructoras, energéticas..., y por otra parte existe un capitalismo salvaje para los más pobres, quienes cada vez acaparan menos rentas del capital y tienen menor capacidad de ahorro, lo que convierte a este mundo en un lugar cada vez más inseguro, bélico e
insostenible, como resultado de las luchas por los recursos básicos para subsistir.
En tiempos de "vacas flacas" como el actual, la economía del crecimiento nos
conduce al colapso social, al
aumento de las tasas de paro, de pobreza y desigualdad inasumibles, que generan miseria y por tanto violencia.
En tiempos de "vacas gordas" nos lleva directamente al colapso ecológico y pérdida de biodiversidad, incompatibles con la ecodependencia que tenemos los seres humanos, como un ser vivo más de una gran cadena de vida en el Planeta.
Es una sucesión de crisis: energética,
climática, social, alimentaria, política, de valores.
Vivimos en un sistema depredador
de personas y recursos, y por tanto asistimos como espectadores a una
decadencia estructural y progresiva de la sociedad del crecimiento, con un único final, el colapso civilizatorio.
Por ello debemos preguntarnos por qué y para qué vivimos, y sobre todo, cómo conseguir que el círculo producción, consumo, trabajo, tiene que tener en cuenta la capacidad del Planeta para ofrecer recursos justos y limitados, así como gestionar los residuos que produce nuestra actividad, para no envenenar los ingredientes de la tarta que nos alimentará.
Repartir los trabajos en igualdad, entre todos y todas.
Redistribuir las riquezas, instaurando una renta básica universal y
una renta máxima.
Redistribuir la tierra y los recursos naturales en base a la justicia
social y ambiental.
Reutilizar, reparar, reciclar, como método para reconvertir nuestros residuos en recursos.
Reconvertir el modelo productivo hacia uno sostenible a través de empleos
verdes y dignos.
Relocalizar la economía en circuitos cortos de consumo y producción que sean más eficientes energéticamente...
...y sobre todo, borrando de
nuestras mentes la lógica del crecimiento,será posible prosperar sin crecer, y vivir mejor con menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario