INDIGNADO ACTIVISTA, REBELDE SOLAR Y RADICALMENTE DEMOCRÁTICO

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jueves, 9 de abril de 2020

DECRECIMIENTO SOSTENIBLE, UNA ALTERNATIVA PARA EL FUTURO (3ª parte)

(Publicado en La Voz del Sur el 12 diciembre de 2019)

Un planeta verde que se construye desde lo local

Si en la primera parte explicamos como habíamos llegado hasta aquí, y en la segunda proponíamos nuevas referencias económicas para un nuevo mundo, finalizamos con diferentes propuestas para construir desde lo local espacios que consoliden la transición ecológica de la sociedad.

De hecho desde hace más de una década con el inicio de la mal llamada crisis económica global, y posiblemente a las puertas de otra similar, la sociedad ya va un paso por delante de políticos y gurús económicos, haciendo frente a la transición socio-ecológica desde lo local.

Como islas que deben tejer en la próxima década sus lazos de unión, han surgido desde hace diez años proyectos y propuestas que EQUO defiende en las instituciones y trabaja codo a codo en calles, plazas y ciudades, y que atienden a cuatro retos fundamentales para Andalucía, esta vez, de crecimiento:

I. Crecer en Soberanía Alimentaria.  La agricultura es uno de los principales recursos de Andalucía pero nuestros agricultores siguen estando desatendidos. Tenemos que cambiar el modelo de producción y distribución. Andalucía es hoy una potencia en agricultura ecológica, la agricultura del futuro. Pero está destinada fundamentalmente a la exportación a los mercados europeos. Tenemos que impulsar la transición desde el actual modelo agroquímico, que nos hace perder diversidad, sabor y calidad alimentaria, al tiempo que agota y erosiona nuestros suelos, contamina nuestros acuíferos  y es fuertemente consumidor de agua, energía y fertilizantes químicos, hacia un modelo agroecológico, libre de productos químicos y de transgénicos, que nos permitan garantizar una alimentación saludable y que recupere la gran diversidad de semillas y especies frutícolas que teníamos.
Tenemos que acercar la producción al consumo, apostar por la agricultura de proximidad, por los circuitos cortos de comercialización, directos de productor a consumidor, y  por la asociación de productores y consumidores en cooperativas.  
Para ello la PAC (Política Agraria Común) debe corregir la actual distribución de subvenciones, pero también es fundamental que se consoliden los proyectos de huertos ecológicos, los mercados de alimentación local de temporada, las cooperativas de producción ecológica, y el autoabastecimiento con productos autóctonos.

También debemos apoyar a los pescadores y a las empresas de la economía social que trabajan en el sector, desarrollando políticas que defiendan la pesca costera-litoral y especialmente artesanal, que es la que más contribuye al desarrollo económico y social, además de ser más respetuosa con los recursos pesqueros y el medio ambiente y así conseguir que las nuevas generaciones puedan seguir viviendo de la pesca.
Esta soberanía alimentaria genera riqueza comarcal, empleo digno, cuida del suelo, gestiona el territorio, frente a la España vaciada que deteriora ecosistemas, contaminando suelos con residuos, aumenta la probabilidad de incendios, disminuye los servicios públicos, la atención médica, el transporte público , las escuelas rurales, incluso desaparecen las sucursales bancarias y las redes de comunicación digital.

II. Crecer en soberanía energética, que constituye el fundamento del nuevo modelo productivo y de consumo. Necesitamos impulsar decididamente la transición hacia un Nuevo Modelo Energético basado 100% en energías renovables. Andalucía depende hoy en un 80% de recursos energéticos que vienen de fuera de nuestro territorio, fundamentalmente gas y petróleo.
Y sin embargo tenemos los recursos naturales, Sol, viento, biomasa como subproducto de la actividad agrícola y forestal, tenemos el conocimiento, El Parque Solar del desierto de Tabernas en Almería, es la principal instalación de investigación e innovación en energía solar de Europa, tenemos las tecnologías necesarias y la base empresarial como las cooperativas de productores y consumidores, comercializadoras que ofrecen a sus clientes energía verde, preparadas para impulsar la producción solar con el objetivo de que todos los edificios de Andalucía puedan autoproducir la energía que precisan, poniendo la energía en manos de la gente a través del autoconsumo compartido, generando tu propia energía y vendiendo los excedentes a la red. Ello conlleva procesos de investigación en universidades para mejorar la eficiencia de paneles solares y generadores eólicos, mayor número de pymes encargadas de colocar y mantener los paneles y aerogeneradores y por tanto empleo verde, justo, digno y de carácter local.
Así mismo la distribución de la energía producida a nivel cercano, mejora la eficiencia y reduce las pérdidas que ahora mismo con un sistema centralizado suponen el 10% de la producción. 

Ya no hay que debatir si son galgos o podencos, no, el debate de la gestión de la energía no es si llevarla a cabo a través de empresas privadas o públicas, la energía en el futuro debe estar en manos de la gente, en cooperativas, y a través de los ayuntamientos.
El futuro de la energía ya no estará nunca más en el subsuelo, estará en los tejados de nuestros edificios, creando miles de puestos de trabajo, directos e indirectos.

III. Crecer en Soberanía económica
Es preciso poner en marcha una banca pública andaluza, con capacidad de autogestión de los ahorros e inversiones de la ciudadanía  a través de la creación de cooperativas de crédito  ancladas en principios éticos, de economía social y circular, con criterios de respeto a la naturaleza en todas las inversiones que se financien.
De este modo conseguiremos los recursos para invertir en nuestro futuro invirtiendo en los sectores claves para mejorar nuestra calidad de vida generando empleo.
Además debemos poner en cuestión los límites, por abajo y por arriba, a través de la renta básica y máxima, tanto a nivel legislativo y socio-económico como a nivel cultural. Es injusto que cada vez haya más miles personas por debajo del umbral de la pobreza, y a la vez es indigno el acaparamiento de capitales por unas pocas personas.
Para ello sobre el tablero político se encuentra la propuesta de una Renta Básica Universal e Incondicional, superadora de la Renta Mínima de Inserción Social, que tantos problemas está generando a los perceptores, que muy a su pesar, aún obteniendo el derecho tras múltiples gestiones administrativas, los recursos económicos no llegan a tiempo.

IV. Y por supuesto crecer en Soberanía política
Para garantizar el buen funcionamiento de las instituciones públicas, es necesario ponerlas al servicio de la ciudadanía.
La soberanía, reza nuestra Constitución, reside en el pueblo. La ciudadanía, por tanto, debe estar en el centro de la política y, para ello, la participación debe ser central en el trabajo diario.

El ordenamiento jurídico debe adaptarse a la realidad de la transición socio ecológica, traduciéndose en propuestas no sólo a través de nuestros representantes democráticamente elegidos, sino facilitando la proactividad al conjunto de la población a través de herramientas ya existentes, que deben normalizarse en su uso, como son los referémdums, las ILP, la ICE, y también de nuevas herramientas que mejoren los derechos a la participación ciudadana , como por ejemplo propusimos en el Parlamento Andaluz a través del Escaño 110, escaño que debe ser usado por la ciudadanía en los plenarios, con capacidad de poder presentar y defender propuestas ante las que se someta el Parlamento.

A modo de resumen, es palmario que los conflictos socio-ecológicos estructurarán el siglo XXI, el viejo mundo basado en el crecimiento se muere, pero en el nuevo mundo hay vida, empleo y bienestar, después del crecimiento.
El nuevo escenario no debe verse como una amenaza, sino como la oportunidad que debe unir a los movimientos sociales, políticos y culturales, porque los primeros en reflexionar, pensar, prever, adaptarse y construir desde esta nueva normalidad, serán los que liderarán el mundo de mañana.

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miércoles, 8 de abril de 2020

DECRECIMIENTO SOSTENIBLE, UNA ALTERNATIVA PARA EL FUTURO (2ª parte)



(Publicado en La Voz del Sur el 5 diciembre de 2019)

Un mundo nuevo necesita nuevas referencias

En la 1ª parte de este artículo describíamos cómo y porqué hemos llegado hasta aquí, y una de las claves que nos obligan a enfocar de manera errónea nuestro bienestar quizás sea el PIB, y quizás en plena semana de la COP25 en Madrid estas líneas puedan servir para marcar el inicio del debate.
Quizás el PIB sea responsable en un alto porcentaje de las guerras por los recursos energéticos que desde finales del siglo XX se producen (Irak) o del derrocamiento y reposición con líderes “fiables” que defiendan la extracción de las riquezas naturales de sus países, (Ecuador petróleo, Chile cobre, Bolivia litio, Brasil cultivo de soja, Indonesia cultivo de palma), y quizás sea el responsable de que pronto, en la mitad del siglo XXI, comiencen las guerras por el agua a escala global.

Lo que sí es seguro, que el PIB nos ha hecho ignorar la gravedad del problema que conlleva este sistema depredador de recursos y personas durante décadas, y hoy las consecuencias se suceden en forma de muertes por contaminación y olas de calor, incendios forestales, migraciones forzadas como el primer migrante climático de Kiribati, escasez de recursos hídricos, agricultores arruinados por temporales, el Mar Menor muerto, aumento de las desigualdades y pérdida de oportunidades económicas. La realidad es que seguimos sin las medidas urgentes y estructurales que requiere esta crisis climática, ambiental, ecológica y energética, que sigue agudizándose. Y la realidad es que según miles de informes científicos, nos quedan tan solo 10 años para llevar a cabo cambios sin precedentes en nuestro sistema económico y social.

El crecimiento ya no es un valor de futuro, el estancamiento de la economía tiende a ser la nueva normalidad. La economía del siglo XXI tendrá un crecimiento bajo, nulo o negativo, y no permite enfrentarnos a la crisis ecológica, ambiental, energética y climática, por ello debemos ser capaces de observar las oportunidades que este estancamiento y este cambio de paradigma van a generar. Si ya no se puede basar una economía y una sociedad en el crecimiento “eterno”, busquemos y encontremos alternativas. 

Para ello, primero debemos cambiar en el imaginario colectivo las bondades que supuestamente genera un crecimiento (imposible) del PIB y remarcar la idea que haya crecimiento o no del PIB es secundario, porque lo prioritario es cubrir las necesidades reales de la población respetando los límites biofísicos del planeta.  
Hay que hacer compatible los derechos de las personas con la realidad finita de los ecosistemas (y de nuestra interdependencia como seres ecodependientes con ellos). 
Debemos hablar cada vez más de calidad en vez de cantidad, aumento de sostenibilidad en vez de aumento de productividad, políticas de contención en vez de políticas expansivas o empezar a buscar nuevos indicadores socio-ambientales más allá del PIB.
La pregunta que hay que formular, ¿Es el PIB una referencia real del estado de una sociedad o debemos hacer frente a un cambio de referencia como el índice de felicidad de la ONU o la huella ecológica de cada país, región o biocomarca?
¿Qué preferimos, crecimiento del PIB sin empleo, como está pasando ahora, o empleo sin crecimiento, que es lo que va a continuar ocurriendo?
En la respuesta, proponer una prosperidad sin crecimiento ya no es un planteamiento teórico o ideológico de los verdes, es un puro ejercicio pragmático de la realidad.
Y como resulta imposible seguir creciendo y a la vez luchar contra el cambio climático cumpliendo los acuerdos firmados en la COP21 en este nuevo camino debemos reciclar y optimizar lo existente, repartir las riquezas económicas, ecológicas y sociales, reducir lo superfluo, inútil e insostenible, cuidar de las personas y del entorno natural, apostando por lo sostenible, circular y compartido.
Es imprescindible iniciar una gran transición ecológica de la economía que lleve aparejada una transición social que no deje a nadie atrás.

Estas ideas deben ser las prioridades de un partido político y de un gobierno como desde EQUO proponemos, porque es más eficiente para salir de la crisis y además es el mejor antídoto para evitar la frustración social.  
El empleo del futuro está en los sectores verdes, que desbancarán por calidad y cantidad a los empleos marrones actuales, y la frustración que generan las propuestas populistas de unos y otros, incumplibles ambas porque incluyen promesas de crecimiento infinito en un escenario que no vamos a encontrar, ayudan al repliegue identitario que estamos presenciando, o a la búsqueda de respuestas excluyentes y xenófobas de la extrema derecha.
Transmitir que “no hay planeta B” es lo más responsable de cara a garantizar los derechos de las personas, la justicia social y ambiental, así como un futuro sano y salvo para nuestros hijos. Como dice la confederación sindical europea: no hay empleo en un planeta muerto.

(continuará)

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martes, 7 de abril de 2020

DECRECIMIENTO, UNA ALTERNATIVA PARA EL FUTURO (1ª parte)

(Publicado en La Voz del Sur el 28 noviembre 2019)

Cómo, porqué y para qué hemos llegado hasta aquí

El pasado viernes 22 de noviembre tuve el placer de asistir en El Cuervo, Sevilla, a la invitación que el Ateneo Arbonaida y la Asociación Laguna de los Tollos me cursó para charlar y debatir sobre el título de este artículo.

Paso a describir en tres entregas, parte de lo que allí se habló durante más de dos horas, para ampliar la información y que así pueda llegar a más personas que puedan ( o no) tener las mismas inquietudes que los asistentes presenciales en dicho encuentro.

Hablar de Decrecimiento me lleva a hablar en primer lugar de Crecimiento.

Basta echar un vistazo a la propia naturaleza, a los seres vivos, y observar que éstos no crecen indefinidamente a lo largo de su etapa vital, ni en el todo ni en parte.

Sin crecimiento inicial no prosperan, no prosperamos, pero tenemos límites cuantitativos y cualitativos, que están en lo más profundo de nuestro ser, en el genoma de cada especie, que dicta hasta cuándo y hasta cuánto debe crecer un tejido, un órgano, un brazo, un ala, y alcanzar la dimensión exacta que ayude al organismo en cuestión a desarrollar una vida plena.


Nuestra sociedad lleva en su impronta, en su genoma, la Economía, como herramienta de transformación, de progreso, de trabajo en cooperación, pero al estar conformada la sociedad por seres vivos, interdependientes y ecodepedientes, la cuestión a abordar es doble,


¿Debe crecer continuamente el consumo para que esta “especie económica” pueda sobrevivir?

¿Puede crecer infinitamente?

La realidad es que nuestro sistema socioeconómico es insostenible y se ha saltado ya los límites físicos y ecológicos del planeta, no es posible crecer infinitamente en un planeta finito.

Los países occidentales han salido de un breve periodo de su historia, siglo y medio más o menos, en que el modelo económico, la paz social y el progreso se basaban en un aumento continuo de las cantidades producidas y consumidas, sobre todo a partir del final de la segunda guerra mundial.

Ello fue posible debido a un ecofascismo encubierto a tres niveles, que ahora con la globalización y repetición del mismo modelo en todos los países y a escala planetaria, se comprueba inviable.

El primero de ellos se basaba en un ecofascismo norte-sur (o también denominado ricos-pobres posteriormente al iniciar las mismas dinámicas los países emergentes, Brasil, Rusia, China, India y Suráfrica), extrayendo energía abundante y barata proveniente de extensas zonas del planeta, combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo fáciles de extraer y con una tasa de retorno energético cercana sino superior, a cien veces la energía necesaria para su extracción.

Materias primas y minerales de todo tipo, eran encontrados y distribuidos a lo largo del planeta para satisfacer las necesidades de unos pocos, incluidos alimentos producidos en grandes extensiones forestales, reconvertidas en tierras de cultivo tanto para ganadería como alimentación humana, todo ello con mano de obra barata en pos de la productividad, generando miseria y desigualdad en muchos lugares del mundo.

Todo lo anterior también, sin reparar en los cambios producidos en los ecosistemas, en el agotamiento de recursos hídricos, o en la contaminación producida por residuos de todo tipo, que ha conllevado aparejada la aniquilación o disminución en número de individuos de otras especies, lo que da lugar al segundo ecofascismo, entre especies.


El tercer nivel nos muestra nuestra responsabilidad con las siguientes generaciones, que debería ser cuidar de nuestra descendencia, ofreciéndoles al menos un hogar amable para vivir con recursos no contaminados, donde puedan desarrollarse.

En el año de mi nacimiento, 1966, se utilizaban dos tercios de los recursos naturales que pueden regenerarse en un año, en 2019 se han utilizado todos a finales de julio, esa es nuestra huella ecológica, la necesidad impulsada por una economía de crecimiento infinito de usar más recursos de los que disponemos, y que da lugar al tercer ecofascismo, el intergeneracional.

Todo este proceso de supuesto crecimiento infinito se puede explicar con la metáfora del horno y la tarta.


 Si soy un repostero, y puedo conseguir cada año más ingredientes baratos para cocinar una tarta, y la energía necesaria para cocinarla es abundante y también barata, conseguiré que la tarta sea más grande, y por tanto en el reparto, aumentar mi trozo del pastel (beneficios económicos del capitalismo conservador, liberal y neoliberal), además los pequeños trozos a repartir entre la ciudadanía encargada de extraer los ingredientes y la energía, serán también mayores (beneficios sociales de la social democracia y socialismo).
Esto ha funcionado muy bien 150 años debido a los tres ecofascismos, pero nos hemos dado de golpe con los límites del horno (planeta), y ya no puede crecer más la tarta, la energía para cocinar empieza a ser más escasa, cara, difícil de extraer, y con menor tasa de retorno energético, y además los ingredientes para cocinarla están contaminados por los residuos generados en el pasado.
Por si esto fuera poco, las siguientes generaciones han avistado como les va a quedar el horno: sucio, sin energía, y sin ingredientes.

Por todo ello, tanto la paz social y ambiental conseguidas durante la breve etapa del crecimiento infinito se quiebran, dado que para seguir aumentando los beneficios económicos, no sirven las recetas basadas en el crecimiento.

Por ello se inicia a principios del siglo XXI, un nuevo proceso económico en el reparto de la tarta, quitando pequeños trozos de la misma a muchos, para seguir aumentando los beneficios de unos pocos, que ven con recelo que su parte del pastel ya no aumenta por causa de los límites del horno (planeta).

¿Qué trozos nos han sido hurtados? La respuesta está en la cascada de recortes en derechos sociales, sanidad, educación, dependencia, justicia, aumento de precios en transporte, energía, agua, alimentos, aderezados con leyes mordaza por si alguien se atreve a solicitar en voz alta su parte de la tarta, además del ataque a las instituciones más cercanas a la ciudadanía como son los Ayuntamientos, prácticamente inoperativos debido a la ley Montoro, la regla de gasto, la ley de racionalización y sostenibilidad municipal y la tasa de reposición de personal.


(continuará…)


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