(Artículo publicado en La Voz del Sur el 28 de mayo de 2020)
En mayo en España ocurrieron
muchas cosas, seguro que estuviste informado de los nuevos casos de la
pandemia, de los debates políticos, de cuándo podría pasar de fase tu territorio
en la desescalada, pero además en España pasó una cosa que quizás pasó
inadvertida.
El 27 de mayo 2020 tuvimos el
dudoso honor de acabar con todos los
recursos que la naturaleza es capaz de regenerar en un año en España.
¿Y eso qué significa?
Significa que en menos de
5 meses, en España hemos agotado nuestro presupuesto ecológico de todo el año,
y que a partir de ahora gastaremos un capital natural que ya no se podrá
regenerar.
Por tanto, a partir de hoy
estamos generando una deuda ecológica
que será contraída por las siguientes generaciones.
Todo lo que consumamos a
partir del 27 de mayo será un bocado que alimente nuestro consumo presente, abocando
a nuestros hijos y nietos a disponer de cada vez menos bocados en su presente
del futuro.
Todo ello se mide en base
a un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace
de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con
la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos, la denominada huella ecológica.
A nivel global, en el año
de mi nacimiento, 1966, la humanidad consumía alrededor de dos tercios de los
recursos naturales disponibles en todo el Planeta.
El año 1986 fue el último
año de equilibrio entre lo que consumimos y dicha regeneración propia.
A partir de ahí la cuenta
regresiva da escalofríos sólo de escribirla:
En el año 2000 consumimos
los recursos disponibles el día 1 de octubre.
En 2014 el 19 de agosto.
En 2019 el 27 de julio.
Y este año 2020, aún a pesar de las medidas de
confinamiento por medio mundo que han disminuido el consumo en el primer
semestre, se prevé que llegará aún antes.
Si todos los habitantes del planeta consumiesen como en España, necesitaríamos 2,5
planetas para satisfacer las demandas, y si todas las personas optasen por
el modo de vida de los Estados Unidos,
se necesitarían 5 planetas a nuestra
disposición.
Es palmario que la vuelta
a la normalidad no puede ir por el mismo camino, con los mismos objetivos, y
similares condicionantes, de hacerlo cometeríamos un error tan grave como
imperdonable, porque si algo nos ha enseñado la pandemia es que ante hechos
insospechados hemos reaccionado con celeridad y urgencia, poniendo a la ciencia
y su saber al mando de las decisiones.
Por tanto ante realidades
que desde el mundo científico, social y político se llevan años investigando y
documentando, tenemos todas las opciones para dar respuestas firmes y
ambiciosas antes que sea demasiado tarde.
La organización Global
Footprint Network (GFN) calcula que si cada año consiguiéramos atrasar 5 días
el Día de la Sobrecapacidad, en 2050 se podría volver a vivir dentro de los límites del planeta.
Como no hay planeta B, (y ni mucho menos cinco), debemos actuar ya y no
esperar a que el colapso nos golpeé, buscar modelos alternativos hacia una
transición urgente y justa de la economía, desde el modo de alimentarnos,
desplazarnos, consumir, producir energía, hasta cerrar el círculo en una
sociedad de residuos cero, conseguirlo será un reto que nos atañe a todos,
gobiernos, administraciones, empresas, colectivos, sindicatos, individuos,…,
todos podemos hacer algo y cuanto antes lo hagamos, más barata será la cuenta a
pagar por ello.
No hacer nada (o hacer lo
mismo) ya no es una opción a elegir.
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