En
breve termina otro año, despedido desde el sur del sur.
Este
paraíso me vincula a un lugar del Planeta donde encuentro sosiego, y que a su
vez es lugar de toda la humanidad en este minúsculo globo azul que nos acoge
en el tránsito vital a través del Universo.
Empeñados
en buscar tesoros en lugares perdidos, nos perdemos levantando muros, generando
fronteras, cultivando diferencias.
Debemos
retornar a la esencia, a nuestras capacidades de construir relaciones sociales
basadas en la colaboración, la equidad, donde la diversidad sea un hito de
mejora común de nuestro mundo.
Un
mundo donde todas cabemos, todas interactuamos, todas sentimos, todas lloramos,
todas padecemos, todas reímos, todas amamos, un mundo con miles, millones de
manos para construirlo, pero un sólo corazón.
Un
mundo ocupado por seres que somos interdependientes, y también ecodependientes.
Un
mundo que sea habitable y del que puedan alimentarse las siguientes
generaciones.
Un
mundo que cuide de nosotras y que nosotras cuidemos ese mundo, para las muchas
generaciones que aún están por venir a visitarlo.
Lograrlo
será nuestro reto, mi reto, y con la herramienta del SER por encima del TENER, y
la ley de la naturaleza por delante de las leyes humanas, construirlo será mi
sueño realizado.
El 2016 siguió acercando mi vida a muchas personas, y algunas de ellas construyen ese sueño junto a mí, brillando como faros que me guían entre las tinieblas del presente.
Son miles
las imágenes que quisiera retener en mi memoria, pero si he de escoger una
sola, en este 2016 me quedo con mi visita a una civilización avanzada tecnológicamente,
con grandes arquitectos, matemáticos, gentes sabias que construyeron y
esculpieron cientos, miles de proyectos, que en su ya lejano presente, pensaron
con acierto que les convertiría en una civilización “cuasi” eterna.EGIPTO
Efímero
sin embargo, nuestro paso por esta roca de tierra y agua es.
Que se cumplan vuestro deseos en 2017 (Y los míos)