(Artículo publicado en La Voz del Sur el 4 de junio de 2020)
A continuación difundo en mi blog un artículo que junto a otros muchos, además de notas de prensa publicadas por colectivos ecologistas, ha logrado al menos hasta ahora, que la desinfección prevista en la zona litoral, no se haya producido, o al menos, no tengo noticias de ello.
DESINFECTAR, EN CIERTOS CASOS ES DESTRUIR
El próximo lunes día 8 de junio,
quizás la deseada fase 3 se convierta en realidad en Andalucía, al menos en
seis de sus provincias parece casi seguro, y con dicha fase en la desescalada,
los desplazamientos desde el interior hacia la costa, entre provincias, e incluso
quizás entre autonomías limítrofes que pasen a la vez a la misma fase, aumenten
considerablemente, aunque seguramente no llegue a cifras de pasados ejercicios.
Ya se puede hacer uso de las
playas para el paseo, baño y esparcimiento, cuestión que tanto tiempo llevan
esperando tantas personas que no viven en las localidades del litoral andaluz.
Por tanto resulta
imprescindible realizar un repaso de lo que diferentes organismos han ido
comentando en sus informes, y adecuar el uso de las playas para mantener la
salud y seguridad de las personas en su uso, a la vez que preservar el
ecosistema y medio ambiente marino, porque a veces se nos olvida que el litoral
es un ente vivo, no un decorado ni un parque temático al que podemos poner
alfombras, remover cimientos, y darle una mano de pintura si se desconcha.
En primer lugar es palmario que
deberán respetarse las medidas de seguridad e higiene establecidas
por las autoridades sanitarias para la prevención del COVID-19, en particular
las relativas al mantenimiento de una distancia mínima de seguridad de al menos
cuatro metros entre los usuarios, mantener dentro de dicho perímetro de
seguridad todos los objetos personales y toallas, evitando el contacto con el
resto de usuarios, aumentar la periodicidad de limpieza e higiene del
mobiliario público y aseos, y todo el resto de medidas anunciadas.
Hasta aquí todo dentro la
desescalada hacia la “nueva normalidad”, pero el 18 de mayo la Junta de
Andalucía va un paso más allá y encomienda a los Ayuntamientos a
través del Decreto-ley 13/2020, que desinfecten a diario los arenales
playeros del litoral.
Parece, dada la redacción del
Decreto-Ley, que los responsables políticos andaluces no han tenido a bien leer
el informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el
que explicaban que
“no se recomienda el rociado o la fumigación de
espacios exteriores, como calles o mercados, para matar al virus causante de la
COVID-19 u otros patógenos, pues la acción del desinfectante se ve anulada por
la suciedad, y ni siquiera en ausencia de materias orgánicas, es poco probable
que el rociado químico cubra correctamente todas las superficies durante el
tiempo de contacto necesario para desactivar a los agentes patógenos”.
Y añade la OMS que
dicha desinfección puede afectar a la salud:
“Además, las calles y las veredas no están
consideradas reservorios de infección de la COVID-19, rociar desinfectante
incluso en el exterior, puede ser peligroso para la salud humana”.
Por tanto si la desinfección
fumigando espacios urbanos, no es efectiva contra el virus, y además puede ser
perjudicial para la salud humana, peor aún será desinfectar el litoral,
al afectar muy seriamente a toda
la biodiversidad que contiene.
Y más aún, leyendo el informe
del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de 5 de mayo sobre
la transmisión del SARS-CoV-2 en playas y piscinas, quedan claras tres
cuestiones, la mínima posibilidad
de contagio del virus a través del agua del mar o la arena de la playa, la
recomendación de no desinfectar los suelos de espacios naturales, y por el
contrario, la preocupación de este organismo por la transmisión del virus a
través de las aguas fecales.
El resumen y recomendaciones
del informe del CSIC aclara que:
1.-
La principal vía de transmisión del SARS-CoV-2 en playas, ríos, lagos y
piscinas es a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y
los estornudos y el contacto de persona a persona, por lo que deben mantenerse
las recomendaciones generales relativas a cualquier otro lugar.
2.-Aunque
actualmente no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2 en agua de mar,
el efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que
probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su
inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares.
3.-Aunque
no existen estudios sobre la prevalencia de virus en la arena presente en
playas o riberas, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación
ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son
favorables para la inactivación de los agentes patógenos.
4.-No
es recomendable la desinfección de los suelos de espacios naturales con los
procedimientos habituales para espacios públicos urbanos.
5.-Las
playas y riberas pueden ser infectadas por las masas de agua contiguas (mar,
río, etc.) en las que se han vertidos aguas fecales. La probabilidad de
que arenas o tierras infectadas alcancen las manos y posteriormente boca, nariz
u ojos de algún bañista es baja pero no inexistente.
Atendiendo a los informes
científicos es palmario que la desinfección de los arenales propuestos por la
Junta de Andalucía es inútil frente al Covid19, es dañino para el ecosistema y
su biodiversidad, e incluso puede resultar peligroso para la salud de las
personas por tanto la normalidad sería no proceder a la desinfección del
litoral como encomienda la Junta de Andalucía, y sin embargo, procedería precintar
las zonas de efluentes de aguas fecales/pluviales, de las que desgraciada e
ilegalmente aún tenemos muchas por toda la costa andaluza, y prohibir la
estancia en la superficie de la lámina de arena que haya sido expuesta a dichas
aguas a través de los efluentes, ya sean ríos, arroyos, riachuelos o
aliviaderos.
Aunque seguramente nunca se
realice dicha acción recomendada, porque algunas de las playas con vertidos,
incluso tienen concedidas banderas azules, Q de calidad, y certificados AENOR,
por lo que dicho precinto significaría aceptar desde las diferentes administraciones,
que se incumplen las leyes, además de poner en entredicho las fórmulas
concesión de tales estandartes.
Ni siquiera la pandemia ha sido
capaz de poner a la altura a nuestra clase política, para que la toma de
decisiones sea siempre por el bien común, del entorno y pensando en las futuras
generaciones que pisarán esta tierra.